¿Vives preocupado? Descubre cómo liberarte de la ansiedad.
- Lucas Fernández Castro Socolich
- 28 jun 2018
- 3 Min. de lectura
Cada uno de nosotros a lo largo del día tenemos diferentes pensamientos que hacen a la preocupación como por ejemplo: "El colectivo no viene aún, llegaré tarde a clases", "debí haber terminado la planificación semanal, quizá el jefe la pida hoy", "¿llegaré a cumplir mis metas en lo que queda del año?", "me duele la cabeza y estoy resfriado, debería al médico pero no cuento con un intervalo de tiempo en estos días". Así como estos, miles de ejemplos particulares podemos dar en cuanto a la preocupación. Ahora bien, ¿qué es la preocuparse?
Según la ciencia es, básicamente, un ensayo de lo que podría salir mal y de qué manera enfrentarlo. Esta se encarga de soluciones positivas con respecto a los peligros de la vida anteponiéndose a los riesgos, según la situación, antes de que los mismos surjan. Mientras la preocupación abunda en la mente, trabaja dando vueltas una y otra vez en el problema, y a través de esta puede surgir, mediante una reflexión constructiva, dicha solución.
El problema radica cuando las preocupaciones se vuelven reiterativas a lo largo de todo el día y a diario, cuando vuelven a surgir una y otra vez y no llegamos a una solución positiva. Tenemos que tener en cuenta que las preocupaciones se expresan generalmente mediante la escucha de palabras y no en imágenes, esto tiene mucha importancia para controlar la preocupación. La ansiedad puede ser de dos maneras: cognitiva (pensamientos preocupados) o somática (con síntomas fisiológicos de la ansiedad como la aceleración del ritmo cardíaco, la sudoración y la tensión muscular, entre otras). Sin embargo, la mayoría de las personas que se preocupan pueden no dar la impresión de que lo están y esto se debe a una compensación a medias de la preocupación que refuerza el hábito.
Si hay algo positivo en preocuparse por algo, definitivamente son las posibles maneras de enfrentar a la amenaza y los peligros que puedan interponerse en el medio. Cuando la tarea de preocuparse resulta un éxito es porque pudimos, probablemente, ensayar cuáles fueron esos peligros y reflexionar acerca de cómo contrarrestarlos. Pero lamentablemente esto no funciona siempre bien y las personas que se preocupan en exceso reflexionan sobre este peligro y se sumergen en el tema asociado en el ducho peligro, donde permanece esa rutina de pensamiento una y otra vez. La mayoría de las personas que se preocupan de forma excesiva y crónica lo hacen a partir de peligros que son muy difíciles que ocurran, que sus posibilidades de darse son muy escasas y que otras personas no lo gran darse cuenta de ellos.
¿Cómo poder manejar la preocupación?
Existen dos pasos con los cuales uno puede manejar la preocupación (funciona conmigo cada vez que me preocupo por algo) y constan en:
1-Darse cuenta de lo que nos preocupa en sí, de cuál es la "imagen catastrófica" que tenemos en la mente, lo antes posible. Esto lo vamos a lograr siendo conscientes de nosotros mismos. Practicando una y otra vez este ejercicio de la consciencia de uno podremos identificar las preocupaciones cada vez más rápido. También lo que debemos hacer es practicar el método de relajación de respiración, que expliqué en posteos anteriores, cuando notemos que comienzan los pensamientos inquietantes. Claro que la respiración y relajación no van a funcionar si hablamos de personas que tienen una preocupación crónica (se requerirá otro tipo de tratamiento en esos casos).
2-Lo siguiente que vamos a hacer es formular el pensamiento crítico respecto a los que estamos temiendo y preguntar: "¿Es muy probable que el acontecimiento temido se vaya a producir?", "¿qué alternativas tengo para evitar que ocurran o sólo me queda permitir que se dé el mismo?", "¿realmente es fructífero volver y redundar sobre estos pensamientos de ansiedad una y otra vez?".
Esta combinación de nuestra conciencia y el escepticismo sano pueden llegar a frenar la activación nerviosa que subyace en la ansiedad en niveles no altos. Generar estos pensamientos preparan un circuito nervioso que inhibe el impulso de la preocupación e inducen a un estado de ánimo relajado, señales que son enviadas a todo el cuerpo a través del cerebro emocional.

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