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¿Seguir o quedarse?: Decidir en momentos cruciales.

  • Lucas Fernández Castro Socolich
  • 1 may 2017
  • 3 Min. de lectura

En la mañana del 31 de octubre de 2016 me tocó vivir una situación particular en la cual tuve que tomar decisiones para llegar sano y salvo a casa y de esa manera que no pase a mayores, he aquí el relato.

Como suelo hacer cada mañana al levantarme, me higienicé, tendí mi cama, dí de comer a los perros y desayuné. Luego de hacer las primeras acciones del día, proseguí a tomar agua e ir a correr al parque. Todo iba bien, luego de 30 minutos de corrida me detuve a realizar ejercicios de barra fija y fondo en paralelas en la pista salud y allí comencé a sentirme mal. Un leve malestar que aumentó en segundos se apoderó de mí, entonces proseguí a seguir caminando (ya para volver a casa, no pretendía correr más), hice una cuadra más y comencé ya a ver borroso y a transpirar. Dentro mío ya sabía lo que iba a ocurrir pero teniendo en cuenta que no contaba con recursos, ya que sólo llevé mis llaves, pensé en dos cosas: esperar un poco sentado a que me pase o caminar hasta caer ya que en ese ínterin no pasaba nadie cerca (y ya no venía nada bien). Llegué a sentarme en un banco de esos que tienen las tablillas de madera y fue cuestión de segundos que mi cuerpo necesitaba estar recostado, ya no daba más, sólo quería estar en casa sano y salvo, pensé y sentí cientos de cosas en ese momento de aflicción. Llegué a ver dos personas a lo lejos, personas mayores de edad, sentí un leve alivio porque decía dentro mío: "Me salvé, me verán y me van a socorrer.". Yo me encontraba en un estado en el que no podía ya ni hablar ni mucho menos moverme, entonces me dormí (no sé por cuanto tiempo, creería que 5 minutos en los cuales soñé que venía la ambulancia, terminaba en el hospital y con suero). Al despertarme me sentí muy sólo, aquellas personas no me habían socorrido, seguía acostado y veía que la gente pasaba y me miraba raramente, realmente fue feo sentirse sólo y sin que te ayuden. Decidí levantarme y una tablilla de la que me sostuve se zafó y caí al suelo golpeándome la nuca con el banco. Cómo explicarles todos los sentimientos que tenía dentro mío, desde tristeza, vergüenza por lo que estaba ocurriendo y soledad, "¿Cómo podía ser posible que la gente pasara, me vea mal y siga de largo?¿Ni un agente de policía para socorrer?¿QUÉ HACER AHORA?. En ese momento sabía que todo dependía de mí mismo, en ese momento se me ocurrían dos opciones: HACER UN ESFUERZO PARA LLEGAR A CASA o ACOSTARME DE NUEVO Y ESPERAR "QUE ALGUIEN ME AYUDARA".

A partir de la caída me levanté y sin importar lo que digan los demás retomé el camino a casa. Al principio de la vuelta continuaba viendo de manera borrosa y caminaba lento debido al mareo, a la tercera cuadra mi vista mejoró notablemente, lo que me permitió tomar atajos y evitar tropezar con objetos. Durante el resto del viaje a casa solo tuve dolor de cabeza y leve mareo, ya no me hacía tanto frío y creo que estaba menos pálido. Llegué al fin.

Lo que me pasó en el día se puede reflejar en varios ámbitos de la vida en cuanto a la toma de decisión, uno muchas veces pasa por situaciones en las que debe elegir correctamente para no "padecer las consecuencias que siguen", en mi caso yo tenía el desesperado deseo de estar en casa, podría haber llegar por mis medios (a pie como lo hice) o haber esperado a que un alma caritativa me socorriera y de alguna manera terminar en casa. Estos ejemplos sirven para transpolar a nuestras vidas cotidianas y tomar la mejor decisión en cada caso. Para ello debemos ser optimistas y seguros, debemos estar convencidos de lo que queremos para ir a por ello.

 
 
 

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